martes, 1 de marzo de 2011

Celebrandome


Al decir de Aranguren la época moderna culmina en una forma de sociedad tecnológica o sociedad de consumo. “El vacío moral que así se produce procede, en definitiva, de un uso de la razón, el de la sociedad tecnológica, puramente instrumental, atenta sólo a procurar medios y no a alumbrar los fines, modelos de vida, sentido para la vida”. Aparecen nuevas formas de religiosidad, movimientos ecológicos, y prosigue: “la búsqueda de ‘salvación’ a través de la experiencia erótica y de la droga psicodélica, muestran la conciencia de un vacío y el intento, vano o no, de llenarlo de alguna manera”.

Aranguren concluye que existe un mundo nuevo, el que necesita una nueva moral; ha surgido una nueva sociedad donde han desaparecido las comunidades en pos de ‘asociaciones’ de personas unidas por un egoísmo racional, por el cual se realizan transacciones económicas. Pero, también según el mismo autor, existiría otra red, la red de simpatía que todos necesitamos movidos por un egoísmo racional; red de sentimientos hacia los demás, ejercida en el altruismo, filantropía y generosidad. En definitiva la moral propia de esta sociedad es una moral utilitaria o utilitarista, corriente que ha tenido su origen en la filosofía inglesa.

Existiría otro polo societario de la moral moderna, y es el basado en una moral individualista, autónoma, con origen en la moral kantiana, que obedece a la ‘buena voluntad’ y al ‘deber’ independientemente de todos los sentimientos.

Lipovetsky, por su parte, habla del “crepúsculo del deber” en las sociedades actúales, postmoralistas, donde la norma del bienestar y la dinámica de los derechos subjetivos es la tónica, aunque se reclame en todos los sectores de la sociedad por la ética. La cultura a su modo de ver “celebra el presente, el ego puro, la vida libre, el cumplimiento inmediato de los deseos”.

Literatura infantil

En este momento queremos meditar sobre la importancia de la literatura infantil, la misma que va a actuar en un mundo que vive cambios acelerados en sus costumbres y sobre los niños que están viviendo las etapas de crecimiento personal para alcanzar la adultez.

Nadie duda de la importancia de la relación que se establece entre el lector y el texto que lee, obra de un escritor que realiza un acto creador y que tiene  a las palabras y a la sintaxis como sus instrumentos.

A.   AUTOR

1.    Cuando el autor crea su obra, salvo las obras con intención pedagógica, sigue su inspiración literaria; es un artista creador que escribe – y lo sabe – para un público especial; siente alegría y goce al realizar su obra.

El escritor en sus relatos puede narrar situaciones que no plantean dilemas éticos o, por el contrario, puede describir situaciones de connotaciones que comprometen un razonamiento moral; no dudamos que siempre presenta situaciones que despiertan la imaginación, el asombro, indignación, compasión, alegría, tristeza, es decir, distintas emociones entre las cuales incluimos el goce de los valores estéticos de la producción literaria.

Al respecto Deleuze y Guattari opinan lo siguiente:

La obra de arte es un ser de sensación, y nada más: existe en sí. Se escriben sensaciones, siendo el material de los escritores las palabras y la sintaxis; la sintaxis creada sube irresistiblemente en su obra y pasa a sensación. El arte es el lenguaje de las sensaciones tanto cuando pasa por las palabras como cuando pasa por los colores, los sonidos o las  piedras. El arte no tiene opinión.

2.    La sociedad no le pide lecciones de moral a los artistas, pues no son ellos quienes deben determinar o juzgar en nombre de los demás lo que la comunidad debe aceptar como correcto o no.

3.    Su sensibilidad artística los hace reflejar la vida, las costumbres, los valores que están implícitos en la sociedad o comunidad en que viven.

Por supuesto se podría decir que el autor reflejará, en forma inconsciente o consciente, lo que posee, ya sea desde el punto de vista de los valores estéticos, materiales o espirituales.

Y si seguimos a Kohlberg, el autor escribirá bajo la óptica del nivel de desarrollo moral que él y su comunidad han alcanzado. En un análisis profundo de su obra se podría determinar si la misma posee enunciados éticos o dilemas morales, cómo los resuelve, si apela a los valores éticos universales o no. Los antropólogos que estudian el alcance del desarrollo moral de las comunidades pequeñas usan, como usan, como una de sus metodologías, el análisis de los cuentos, leyendas y mitos de esas colectividades, pues a través de esas observaciones deducen las reglas y normas morales que las rigen.